La luz al fotografiar: sin luz no hay foto
Percibir correctamente la luz y realizar un trabajo perfecto con ayuda de los recursos artificiales y naturales es uno de los requisitos que todo fotógrafo profesional debe dominar. Con la correcta iluminación, podemos hacer destacar una fotografía que de otra manera tendría una tonalidad grisácea y mediocre. Una fotografía mal iluminada, incluso si representa a algo de por sí muy bello, no va a cautivar al espectador.
Fotografía: dibujar con la luz
El trabajo con la luz es el elemento más básico del arte de la fotografía. Por supuesto, la misma palabra fotografía, viene de la unión de las palabras griegas para luz y dibujo. La palabra fotografía, literalmente en español sería “dibujar con la luz”. De manera análoga a como los pintores crean un cuadro a base de aplicar pinceladas sobre un lienzo, los fotógrafos crean su obra captando las partículas de la luz (fotones) en un medio sensible a la luz (película fotográfica o sensores de luz digitales). Por lo tanto, sin luz, la fotografía ni siquiera existiría.
Una imagen fotográfica se origina captando la cantidad de luz que emite cada una de las partes que componen la escena fotografiada. Los objetos oscuros absorben una gran parte de la luz, por lo que a la cámara le llega menos, mientras que los objetos claros reflejan la luz con mayor intensidad. De esta manera, se crea la gama de tonalidades de la imagen. La gama de colores viene determinada por la longitud de onda y la frecuencia de la luz reflejada. Cada tonalidad refleja la luz con una frecuencia y longitud de onda diferentes.
Aprende a percibir la luz
Una de las habilidades básicas de un fotógrafo es saber ver la luz. Puesto que se trata de la destreza más importante. dominarla es muy difícil y requiere mucho tiempo.
Es posible estudiar en poco tiempo las distintas reglas de composición y exposición y ponerlas en práctica. Sobre todo en lo referente a la exposición, ya que la tecnología actual simplifica considerablemente el trabajo para ajustarla. También es posible aprender los principios de la composición haciendo varios ejercicios hasta que los asimilemos. Después de algún tiempo los aplicaremos automáticamente. Sin embargo, aprender a percibir la luz es algo que en la mayoría de los casos requiere mucho tiempo y se trata de una habilidad que se adquiere con años de práctica.
Un fotógrafo principiante, normalmente, sólo es capaz de distinguir si hay o no hay luz. En un primer momento toma una foto y después busca cómo se apaga el flash automático de la cámara. Esta forma de trabajar, por supuesto, es para personas que se dedican a tomar registros fotográficos y que no desean crear “cuadros con las fotos”.
Propiedades de la luz
En cuanto a la luz, es posible distinguir varias propiedades, que en su conjunto, influyen de manera crucial en el resultado final de la imagen. Entre las propiedades fundamentales están: la intensidad, el color, la calidad y la dirección.
No existe un tipo de luz idóneo para todos los usos. Cada género fotográfico se vale de una luz con peculiaridades diferentes. Cuando fotografiamos una misma escena, en una misma composición, pero con distinta iluminación, el resultado que obtenemos, es completamente distinto, tanto desde el punto de vista estético, como desde el punto de vista del significado de la imagen.
Intensidad de la luz
La intensidad de la luz viene dada por la cantidad de ella que hay disponible para “dibujar con la luz”. En el caso ideal, hay una cantidad adecuada para poder configurar los parámetros de exposición requeridos y para crear la escena deseada.
En caso de que haya demasiada luz en la escena, habrá que retocar los parámetros de exposición (mayor sensibilidad del objetivo y menor tiempo de exposición), para que no salgan reflejos en la imagen. Si acaso, puede reducirse la cantidad de luz que se dirige al objetivo con la ayuda de un filtro gris o de un filtro polarizado.
Por el contrario, si hay poca luz en la escena, habrá que aumentar el tiempo de exposición, abrir más el diafragma del objetivo o aumentar el valor del ISO. También es posible añadir más luz a la escena utilizando una fuente artificial y así llegar a los niveles de exposición deseados. Se puede leer más sobre los problemas de la exposición en los artículos anteriores.
Se puede también controlar la intensidad de la luz variando la distancia de la fuente de iluminación a la escena. Sobre esto hablaremos en los próximos artículos.
Colores de la luz
Las distintas fuentes de iluminación proporcionan luces con tonalidades diferentes. En el caso de la luz, se habla de la temperatura del espectro luminoso, la cual se proporciona en grados Kelvin. El color de la luz influye de manera clave en el color de la escena, ya que los matices contaminan el color de los elementos fotografiados.
En las fotografías digitales, tenemos la opción de compensar los cambios de luz producidos por el color de la fuente de luz para configurar el balance de blancos.
Calidad de la luz
Desde el punto de vista de la luz, distinguimos entre luz difusa, que origina sombras difusas, y la luz concentrada, que origina sombras nítidas.
Mientras que para los retratos es mejor la luz difusa, que no provoca esas sombras tan indeseables en la cara; en otros casos, como, por ejemplo, en la arquitectura, es preferible una luz más fuerte, que define los edificios y su contorno.
La calidad de la luz viene dada por el tamaño de la fuente de luz en relación al objeto fotografiado. En caso de que la fuente de luz sea más grande que el objeto fotografiado, la luz será difusa. En caso contrario, la luz será nítida.
Esto se pone de manifiesto con el principal foco de luz que tenemos, es decir, con la luz solar. El sol es enorme, pero está tan lejos de la Tierra, que comparado con otros objetos, lo percibimos como una fuente de luz muy pequeña.
Cuando fotografiamos algo por la mañana en un día claro, el sol proyecta sombras muy nítidas. Es estas condiciones, por ejemplo, no es posible crear retratos de calidad. Cuando hay nubes en el cielo, estas se convierten, figuradamente, en un foco de luz de la bóveda celeste. Al ser muy grandes en comparación con los otros objetos, se produce una luz difusa, de gran calidad para tomar retratos.
Dirección de la luz
La colocación del foco de luz respecto de la escena fotografiada, es lo que determina la posición de las sombras. Esta es una de las habilidades críticas a la hora de hacer fotografías. Una fotografía es un medio bidimensional para captar un mundo tridimensional. Para interpretar el espacio, hay que valerse de algún medio alternativo, como son precisamente las sombras. Cuando el cerebro ve sombras en la imagen, automáticamente crea una imagen espacial, ya que los objetos planos, no proyectan sombras.
Si utilizamos iluminación frontal (esto es cuando el foco está detrás del fotógrafo), creamos una fotografía plana, sin contraste espacial. Las sombras quedan detrás del objeto fotografiado. Este tipo de iluminación, puede ser adecuado para algún trabajo puramente de reprografía, pero no es propio de la creación fotográfica. Cuanto más de soslayo pongamos el foco de luz con respecto a la escena y a la cámara, más alargadas serán las sombra y será mayor la percepción espacial.
El modo más complicado de tomar fotografías es a contraluz. Requiere un gran esfuerzo, no sólo en lo referente al uso del objetivo, sino también en cuanto a la técnica en sí. Con este tipo de iluminación, existe el riesgo de que aparezcan numerosos defectos en la imagen, pero si dominamos esta técnica, obtendremos como recompensa algunas de las fotografías más bellas en cuanto a la iluminación. A contraluz también tendremos que fotografiar algunos elementos transparentes. Estos objetos, no reflejan la luz, pero en la práctica, es la única manera de fotografiarlos con calidad.
Fuentes de luz
En las líneas anteriores, hemos tratado las propiedades de la luz, y precisamente, estas vienen dadas por el tipo de fuente de luz utilizada y por la colocación respecto del objeto fotografiado: la distancia y el ángulo. Todas las características expuestas, pueden alterarse valiéndose de diferentes accesorios.
Las fuentes de luz se dividen en dos tipos: naturales y artificiales.
Iluminación natural
Al hablar de iluminación natural, en general, nos referimos al sol o a la luna. Algunos fotógrafos consideran que la iluminación natural es toda aquella que se encuentra en la escena fotografiada y que no tenemos posibilidad de alterar. Por ejemplo, la iluminación en las ciudades: iluminación de edificios históricos, alumbrado público, etc.
Cuando fotografiamos con luz natural, se reducen las posibilidades que tenemos para modificar sus propiedades, en comparación con el caso en el que usamos iluminación artificial. Aun así, hay toda una serie de accesorios y técnicas, de las que hablaremos en los artículos siguientes.
Iluminación artificial
La luz artificial puede controlarse y puede cambiarse el efecto que produce e incluso el color (reemplazando la bombilla, colocándole un filtro de color al flash). Asimismo, puede cambiarse la intensidad (selección de la potencia, distancia a la escena fotografiada), la calidad (uso de reflectores para la luz nítida, un soft box grande para la luz tenue) y la dirección.
Entre las fuentes de luz principales, encontramos: el flash, el flash de lámpara, las luces permanentes. En los próximos artículos trataremos las fuentes artificiales de iluminación.
Domina la luz
Aprende a dominar la luz: tanto natural, como artificial. Es la única manera de tomar fotografías realmente artísticas, sin que sean simples retratos inexpresivos de la realidad.
Sobre la fotografía usando distintas fuentes de luz, trataremos en los siguientes artículos.