Cómo fotografiar a los niños y hacerles reportajes fotográficos
Los niños tienen sus propias ideas en la cabeza y su actividad favorita, por desgracia, no suele ser posar para una fotografía. Entonces, ¿cómo tomar fotos decentes de nuestros hijos?
Muchos padres, al fotografiar a sus vástagos, pierden la paciencia ante la imposibilidad de mantenerlos en una determinada pose, o no logran ni tan siquiera convencerlos para que miren a la cámara. El resultado son unas imágenes en las que a los niños no se les ve el rostro o en las que no sonríen. Así que, lo que tenemos que hacer es intentar mantener quietos a los niños con otras técnicas.
Jugar es la clave
La mejor manera de practicar haciendo fotos de niños, e incluso la mejor manera de hacerles unas buenas fotos, es mantenerlos inmersos en algún juego. El niño se divertirá jugando y nosotros nos divertiremos doblemente: fotografiándolo, y escuchando sus alocadas ideas. En otras palabras, nada de decirles «sonríe» o «a ver cómo dices patata». No hay que actuar como su director, sino como su observador. Tendremos que mirarlos, proponerles de vez en cuando alguna actividad, intercambiar unas cuantas palabras, pero no dirigirlos.
Existen numerosas alternativas para que jueguen, desde una pelota, hasta una muñeca, pasando por un palo para jugar en el barro. Los que son algo mayores preferirán cualquier “medio de transporte”, esto es, bicicletas, monopatines, patinetes… En función del tiempo que haga, podremos tirar a la piscina unos muñecos hinchables, hacer muñecos de nieve o saltar en los charcos con unas botas de goma.
Con esta manera de trabajar, conseguimos tres cosas: unas fotos originales, unos niños felices y una mejor relación con ellos, porque sabrán que «contigo es más divertido».
La luz, la luz y la luz
Uno de los aspectos más relevantes para un buen fotorreportaje, es contar con una buena luz. En general, no se recomienda hacer fotos con la luz del sol de mediodía, porque es cuando más se marcan las sombras de la cara y las imágenes salen «plana». La hora ideal u «hora de oro» es una hora antes de la puesta de sol. Menos conocida es la «hora azul», que es justo después del amanecer.
Por supuesto, también podemos fotografiar a otras horas. Es importante percibir de dónde viene la luz y si es una luz «dura» o más bien «blanda». Deberemos aprender a reconocer estos elementos y a valernos de ellos en nuestro trabajo fotográfico, los resultados se notarán pronto.
Cuidado con los clichés
Cada niño es único. Entonces, ¿por qué intentar hacer fotos similares a las de otros autores? Los ciclos naturales de vez en cuando nos conducen a estampas estereotipadas del tipo de: «en un campo de espigas», «con unas calabazas» o «en la nieve», pero si queremos que nuestras fotos llamen la atención, es mejor no prepararlo demasiado y dejar que sea el entorno el que hable por sí mismo. Las ideas preconcebidas sobre el aspecto que tiene que tener el niño en la foto nos impedirán obtener imágenes verdaderamente originales.
También los retratos sonrientes o cursilones tienen su sitio en el álbum familiar; aunque es necesario advertir de que rara vez este tipo de fotos muestra la verdadera personalidad de nuestros hijos. Ese carisma sólo lo tienen las fotos robadas durante los momentos cotidianos de la vida, ya sean en forma de reportajes o de documentales fotográficos.
Composición y exposición
Para que nuestras imágenes tengan un cierto valor artístico, es necesario seguir las reglas básicas de la fotografía: una buena exposición (ver más en el artículo Adéntrate en los misterios de la exposición: el triángulo de la exposición) y tener conocimientos sobre la composición y la colocación de los objetos en la imagen. Si ya somos duchos en estas materias, podremos dar rienda suelta a la imaginación y experimentar más, intentar efectos como el “panning” de un niño corriendo, o poner la cámara en un trípode y disparar a nuestro pequeño aprendiz de ciclista durante un largo rato, o coger el objetivo “Lensbaby” o cualquier otro que nos permita tomar imágenes interesantes; por último, podemos jugar con las sombras o con los reflejos y valernos de ellos.
Primero deberemos visualizar la foto en nuestra mente, organizarla y decidir qué queremos lograr, después, lo adaptaremos a la situación y esperaremos a que llegue el momento adecuado.
De los planes a la realidad
Que las actividades en familia rara vez van de la mano con unas buenas fotografías, es algo que no se nos escapa. La rutina de las preocupaciones diarias y el trabajo hacen que no podamos llevar permanentemente una cámara y tomar algunas imágenes (buenas). La solución es planear actividades con niños en las que nosotros dispararemos a nuestro objetivo, por ejemplo, en viajes o excursiones.
Muchas de las grandes fotos que vemos en internet, son una combinación de tres factores: la anticipación, la preparación y la suerte. Añade fotos a tus álbumes de reportajes fotográficos y guárdalas para verlas tú y tus hijos en el futuro.